Narcóticos, dulces narcóticos.
Su señoría, el móvil fue el miedo, el miedo a pasar otra vez por todo esa serie de palabras que después de pasar por tus oídos te dejan en un estado de abandono... de lejanía con tu alma y con lo que alguna vez llegaste a ser.
Yo no soy la culpable, su señoría. La culpable se murío hace poco más de un año...
Si lo vemos desde otro enfoque, si no lo hubiera hecho, hubiera muerto de todas formas... un poco más lento o un poco más rápido... eso si no lo sé, pero hubiera muerto. Está vez no me importo nada, porque cuando no tienes nada no tienes nada que perder.
Lo más difícil fue ocultar la culpa. De todas maneras nadie demostro simpatía por el sentimiento; era tan pequeño el asunto que nadie sopeso la pena.
Me desperté con sueño, a causa de toda es mezcla de tranquilizantes y análgesicos, ¡que milagrosas y potentes que son esas cosas!... lo dejan a uno en el rincón más lindo de paraíso oscuro que cuando uno despierta se pregunta cuando puede volver.
Si me ponen un frasquito justo enfrente, no dudo en ponerlo a correr con mi pulso, estoy tan extasiada por el efecto que tiene el mundo cuando el tic-tac se detiene solo para darme gusto a mi.
Ahora estoy triste, porque no puedo tenerlo.
Las dos cosas, una porque me tranquiliza y la otra, porque si estuviera aqui, tal vez el mundo fuera diferente.
1 comentario
Franck -
Un saludo
Franck Michel
WebMaster